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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Comunicado de apoyo a lxs compañerxs agredidxs por fascistas en la UAM


Nos cubrimos el rostro para evitar las miradas. Nos lo cubrimos cuando lloramos para que los demás no vean lo vulnerables que llegamos a ser. Nos lo cubrimos cuando tenemos en frente algo que no queremos ver.  Pero probablemente, la razón más importante para cubrirlo es la vergüenza.
Cuando nos avergonzamos, no queremos que se nos reconozca, y se nos vincule a un acto que los demás hallan deleznable. Nos preocupa que cuando nos vean por la calle, la gente nos señale y trate de increparnos, porque dentro de nosotros mismos, aunque tratemos de negarlo a los otros, sabemos que estamos actuando mal.
Entrar con máscaras en la Facultad de Biología de nuestra universidad, como hicieron  ayer por la noche (mientras más oscuro, mejor) miembros de Liga Joven, es sin duda, un acto que nos avergüenza al resto de estudiantes de la UAM y a ellos mismos.
A ellos, porque el haber entrado con máscaras deja en evidencia lo conscientes que son del rechazo que este tipo de espectáculos generan, de ahí que necesitasen esconderse. Y a nosotros, los estudiantes que luchamos por una universidad pública de calidad y PLURAL. Una universidad que sea un espacio de debate, donde aunque hayan opiniones distintas, se busquen soluciones a los problemas reales de la sociedad.
Y no es atemorizando a nuestros compañeros como eso se va a lograr.  Ya hemos sufrido una subida de tasas, recortes en becas, se han puesto en duda nuestras capacidades y salir al mercado laboral se ha convertido en todo un periplo, a pesar de nuestra preparación. Hay que protestar y luchar por nuestros derechos, defendiendo la pública. Pero actos como el de ayer no tienen nada de reivindicativo, son simplemente una muestra de odio y violencia hacia otros estudiantes.
Por eso, desde la AEE*, queremos mostrar nuestro completo y profundo rechazo ante lo ocurrido ayer y decimos ¡¡¡¡ FUERA FASCISTAS DE LA UNIVERSIDAD!!!!

martes, 10 de diciembre de 2013

LOS ECONOMISTAS ORTODOXOS FALLAN EN SU PROPIO TEST DE MERCADO

¡Los estudiantes exigen alternativas a los dogmas del libre mercado!

Desde cualquier punto de vista racional, la economía ortodoxa está en serios problemas. Sus “campeones” no solo han fallado en predecir los mayores colapsos de los últimos 80 años, también insistieron en que las crisis eran cosas del pasado. Más que eso, su forma de pensar ha jugado un papel decisivo al momento de diseñar los desastrosos derivados financieros que provocaron el desastre en primer lugar.

Muchos de estos economistas fueron contratados por bancos y hedge funds para hacer propaganda a sus productos, arrojándonos al abismo especulativo. Aclamadas figuras en la disciplina (que declara ser científica) anunciaron la “gran moderación” de la volatilidad del mercado, a las puertas de una explosión de volatilidad. Otros, como el ganador del Nobel, Robert Lucas, insistían en que la economía había resuelto el “problema central de la prevención de depresiones”.

Si cualquier otra profesión se hubiese equivocado de manera tan espectacular y hubiese causado tanta devastación, habría sin duda caído en desgracia. Uno incluso podría imaginar a los economistas partidarios del libre mercado, que dominaban las universidades y aconsejaban a los gobiernos y bancos estarían dudando de sus teorías y reconsiderando alternativas.

Después de todo, la gran mayoría de los economistas que predijeron la crisis, rechazan el pensamiento neoclásico dominante: de Dean Baker y Steve Keen, a Ann Pettifor, Paul Krugman y David Harvey. Ni keynesianos, ni post-keynesianos ni marxistas aceptaron la ideología neoliberal que se impuso durante 30 años. Ellos entendieron que, contrario a la ortodoxia, los mercados desregulados no tienden al equilibrio, sino que ahondan en la tendencia de la economía a las crisis sistémicas.

Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal y un convencido de la desregulación, al menos tuvo la honestidad de admitir que su visión del mundo había demostrado no ser la correcta. No se puede decir lo mismo de Eugene Fama, arquitecto de la hipótesis de los mercados eficientes (EMH), que respalda la desregulación financiera. Fama reconoce no saber qué causa las recesiones, pero insiste en que su teoría ha sido vindicada.  Muchos economistas  “mainstream” han continuado como si nada hubiese pasado.

Muchos estudiantes, sin embargo, están ya hartos. Una rebelión en contra de la ortodoxia se ha estado gestando durante años y ahora parece haberse encendido aún más. Cansados del universo paralelo de teorías que poco tienen que decir acerca de aquello que le interesa a la gente, estudiantes de la Universidad de Manchester han fundado una “sociedad económica post-colapso”, con 800 miembros, exigiendo el fin de las asignaturas de corte exclusivamente neoliberal y la introducción de un plan de estudios plural. 

Estos universitarios quieren que las escuelas de economía impartan asignaturas que vayan desde la perspectiva Keynesiana, a teorías más radicales, que hayan sabido predecir mejor y conectar con la economía del mundo real. Además, quieren incorporar la economía feminista y del medio ambiente. La campaña se está difundiendo rápidamente: a Cambridge, Essex, London School of Economics y a una docena de otros campus, y conectando con grupos universitarios de France, Alemania, Eslovenia y Chile.

Como explica uno de los fundadores de la sociedad, Zach Ward- Perkins, él y algunos de sus compañeros acordaron, un año después de estudios ortodoxos: “Tiene que haber más en la economía que esto”. La economía neoclásica está construida en base a la concepción de que una economía es la suma de las pequeñas acciones de millones de individuos que buscan maximizar su utilidad, en la que los mercados son estables, la información es perfecta y el capital y la oferta de trabajo son iguales.

Incluso si luchasen por decir algo relevante acerca de la crisis, la desigualdad o la propiedad, los modelos matemáticos dan una falsa apariencia de rigor científico, valorada por estudiantes que sólo aspiran a conseguir un trabajo bien pagado en la City. La economía neoclásica también ha apoyado la desregulación, la privatización, los bajos impuestos a los ricos y el libre comercio, y se nos dijo durante 30 años que esta era el único camino a la prosperidad.
Sus adeptos tienen una mentalidad casi religiosa, asegura Ha-Joon Chang, uno de los últimos economistas independientes que han sobrevivido en Cambridge. Aunque piden que se favorezca la competencia, ellos mismos no toleran ninguna. Hace 40 años, la mayoría de departamentos económicos eran keynesianos y los de economía neoclásica eran ridiculizados. Todo eso cambió con el ascenso de Thatcher y Reagan.

En las instituciones que deberían fomentar el debate, aquellos economistas que no siguen el dogma neoclásico, han sido sistemáticamente excluidos. Algunos han encontrado refugio en escuelas de negocio, estudios sobre desarrollo y departamentos de geografía. En E.E.U.U, los fondos corporativos han sido claves, mientras que en Gran Bretaña, “la búsqueda de la excelencia” ha sido el mecanismo principal para la purga ideológica en las universidades.

Paradójicamente, el fuerte incremento en las tasas universitarias y la mercantilización de la educación superior están creando presión en los estudiantes para dar un giro a la polarización en la enseñanza. Los defensores del libre mercado, están siendo evaluados y los clientes no quieren sus productos. Algunos académicos que han preferido quedarse al margen, se están dando cuenta de que puede que necesiten comprometerse y han empezado a integrarse a un proyecto fundado por Soros, para revisar los contenidos académicos, con la esperanza de limitar las dimensiones del cambio.

Pero debe haber un cambio. La ortodoxia del libre mercado de las últimas tres décadas no solo ha ayudado a crear la crisis que ahora atravesamos, sino que ha dado credibilidad a las políticas que nos han llevado a un menor crecimiento, a una más profunda desigualdad y una mayor inseguridad, además de haber provocado la degradación  ambiental en todo el mundo. Su continuo dominio después del crash, como el modelo al que sostiene, se basa en el poder, no en la credibilidad. Si queremos escapar de estas crisis, ambos deberán desaparecer.


Seumas Milne
Publicado en The Guardian del 20/11/2013

domingo, 1 de diciembre de 2013

TIEMPOS DE BASURA

¿Se acuerda? Hace ya unos años, la televisión pública valenciana lanzó el programa Tómbola. A quienes no podíamos ver el canal autonómico nos costó entender que no se trataba de un sorteo, sino de una forma novedosa de periodismo del corazón. Unos cuantos periodistas, algunos de larga trayectoria profesional, se juntaban en un plató y discutían entre ellos sobre personas que, generalmente, no estaban presentes. La fórmula tuvo éxito y se adoptó por buena parte de las cadenas privadas y públicas que operan en España. Fue, seguramente, la última gran aportación que desde aquí se ha hecho a la innovación televisiva. Lo curioso del asunto es que rápidamente, incluso entre quienes participaban en el negocio, se aceptó que tales programas eran televisión basura. De este modo, la palabra basura comenzó a emplearse en nuestra vida cotidiana más como indicativo de algo repugnante que como residuo o desecho de comida u objetos ya usados.

Así que, cuando a finales de 2006, se empezó a hablar de las hipotecas basura, desde aquí rápidamente se entendió que se trataba de algo repugnante. Lo que se ignoraba era que esa basura se iba a convertir en pocos meses en una auténtica pesadilla que todavía nos acompaña, la pesadilla de la crisis económica y sus efectos sociales. Porque, ya en la primavera de 2007, llegó a nuestros oídos la noticia de que en los EE.UU. algunas entidades financieras habían sido muy generosas en la concesión de créditos hipotecarios a familias son escasas posibilidades de hacer frente a sus compromisos. Esas entidades -decía la noticia- estaban haciendo enormes esfuerzos por solucionar sus problemas, pero, ¡ay!, no podían, ya que la competencia en el mercado les había ocultado el verdadero riesgo de ser tan generosos. De hecho, se dijo, los responsables habían sido las familias endeudadas, por no informar a los bancos de sus auténticas limitaciones para mejorar sus rentas. Se nos vino a decir, las hipotecas son basura porque sus titulares son personas basura. Pero, entre nosotros, al calificar como basura a esas hipotecas ya nos avisaban de que no se trataba tanto de clientes irresponsables de los bancos, sino más bien de que la cosa iba de préstamos repugnantes, con reglas poco claras y compromisos abusivos, emitidos por bancos basura, repugnantes.

Algo así debió pensar el gobierno de los EE.UU. que llegó a inyectar en 2008 187 mil millones de dólares para evitar que la acumulación de basura provocara riesgos para la salud de su sistema financiero. No lo consiguió; ese mismo año, el 15 de septiembre de 2008, se produjo la quiebra de Lehman Brothers. En este caso, parece que fue la entidad la que trató de engañar a otros socios y al conjunto del sector financiero global -colocándoles títulos de aparente alta rentabilidad, pero de muy oscuro riesgo-, bonos, y participaciones en préstamos basura, que impidió la solidaridad de sus pares. Se había convertido en un banco basura, que no merecía respeto ni ayudas, como sí merecieron otros de ambos lados del Atlántico. Pero para nosotros no se trataba de un banco que negociara con desperdicios, sino de un banco repugnante.

Y así estábamos cuando la crisis llegó a España y en algo más dos años hemos visto como las Cajas de Ahorro han desaparecido de nuestro sistema financiero. En este breve plazo, se han evaporado entidades, en algunos casos centenarias, que han pasado de ser la Caja -es decir, el lugar más seguro para unos pequeños ahorros o a dónde dirigirse en busca de una ayuda para la compra de un piso o para establecer un pequeño negocio- a ser a bancos basura, dejando tras de sí un escándalo mayúsculo en forma de participaciones preferentes colocadas con dolo entre sus confiados clientes. Entidades socialmente respetadas se han convertido en entidades repugnantes. Para poderlas vender, si es que se puede, ya van colocándose más de 45 mil millones de euros, de momento, puestos al servicio del sector financiero, que habrá (tendremos) que devolver a los socios de la Unión Europea, que tanta generosidad han mostrado.

Con anterioridad, en España se puso de moda el neologismo mileurista, para señalar a quienes su salario rondaba los mil euros al mes. En 2005, cuando apareció la expresión, llenó de indignación a una sociedad que pensaba que todo el mundo tenía derecho a un trabajo digno y bien remunerado, un trabajo decente como lo ha llamado la Organización Internacional del Trabajo. Tanta importancia se concedió al mileurismo que casi todos los salarios que no lograban ese nivel fueron rápidamente catalogados como salarios basura. La paradoja ha sido que la crisis ha traído como consecuencia que ser mileurista empiece a ser un éxito social. La cosa no quedó ahí, y así, desde 2010, las sucesivas reformas laborales han ido despojando de derechos laborales a los trabajadores, hasta que se llegó a popularizar la expresión contrato basura.

¿Qué cosa más natural, por tanto, que la basura? Basura en la tele, basura de sueldos, basura en los préstamos, basura en las inversiones, basura de condiciones laborales, bancos basura...
Pero hete aquí que, de pronto, las personas que tienen como ocupación la retirada de las basuras, los basureros de profesión, los que no suelen merecer atención de los buenos ciudadanos ni aun con los luminosos uniformes con los que las empresas les hacen trabajar, se alzan, han dicho basta, en Madrid. Y han dicho basta no solamente por la defensa de sus legítimos derechos a la negociación colectiva que respete los derechos de los trabajadores, han dicho basta al poder económico y al poder político.

No se trata de empresas de escasa viabilidad económica, ni de empresas temerarias que no saben hacer cálculos de costes con precisión; se trata de empresas grandes, multinacionales, oligopólicas en todos los sectores en los que actúan y, por consiguiente, tentadas a experimentar cambios radicales allí donde piensan que la oposición, por necesidad, será más débil, antes de generalizar las medidas y sus resultados a otros lugares y a otros centros trabajo.

También han dicho basta al poder político municipal, y con éste a una forma de hacer política, que abandona sus responsabilidades para con los ciudadanos, a quienes nos han llegado a pedir comprensión por motivos de ahorro presupuestario buscando nuestra complicidad ante la vulneración de derechos básicos de los trabajadores, como el derecho a unas condiciones laborales dignas.

Pero, sobre todo, han dicho basta a la Política de tratar a las personas como basura, personas a las que supuestos expertos -particulares, empleado de organismos públicos y de empresas privadas- dicen lo que conviene, cuándo y cómo, olvidando que su posición social y económica depende, precisamente, de que los demás apreciemos su contribución al bienestar colectivo, a la solución de los problemas y a la mejora de la convivencia. En definitiva, a la construcción de una sociedad decente, en la que no quepan ni televisiones indecentes, ni bancos indecentes, ni contratos indecentes..., ni expertos indecentes.

De momento, ya hemos encontrado barrenderos muy decentes.
PD. Mientras esto se escribe, llega la noticia del intento de despojo de derechos a los trabajadores de la lavandería de los hospitales públicos de Madrid: ¿dónde está quién proclamó el fin de la historia?

José Manuel García de la Cruz- Economistas Sin Fronteras


lunes, 18 de noviembre de 2013

LOS NEOLIBERALES Y LA AVERSIÓN AL RIESGO

Hace unos días se anunció en los medios, con importante repercusión, que Areva y Électricité de France (EDF), la industria nuclear y la operadora de electricidad estatal francesa, acababan de firmar en Londres, en colaboración empresarial con el Gobierno chino, un proyecto de construcción de un complejo nuclear de 3200 MW de potencia en la región de Hinkley Point, Somerset, en el sudoeste de Inglaterra.

Se trata del relanzamiento de un antigua propuesta paralizada desde la moratoria nuclear aprobada hace 27 años y que puede cubrir el abastecimiento eléctrico del 60% de la población de la capital inglesa. Una planta que se terminará en el 2023 y estará operativa 60 años más. EDF, la futura operadora de la central, se ha asegurado para los 25 años siguientes a la entrada en funcionamiento el precio de 110 euros por megavatio hora (MWh), 92,5 libras, a percibir por la energía eléctrica que va a producir. Es más del doble de los 42 euros por MWh que cuesta hoy generar electricidad en el Reino Unido. Además, ha convenido la actualización de la tarifa por inflación.
Según algunos analistas críticos, estos números van a permitir a EDF obtener un retorno sobre el capital invertido de entre el 20% y el 35%. En un máximo de 5 años recuperarán el dinero dispuesto y después serán todas ganancias limpias. Aunque la diferencia entre el periodo de recuperación del seguramente poco dinero a desembolsar y el precio en firme por el cuarto de siglo siguiente asegura el ratio de cobertura de deuda comprometido con los financiadores, esto es, el repago del préstamo de largo plazo de la central. El costo de construcción estará en torno a los 16.500 millones de euros, unos 5000 mil euros por kilovatio (kW) instalado, el doble de lo que se pagaba unos cinco años antes. El accidente de Fukushima incrementó sustancialmente, por reforzamiento de medidas de seguridad, el coste de inversión en nucleares.
Dejando de lado los riesgos potenciales implicados en el uso de la energía atómica para el ciudadano y el medio ambiente y que el tsunami de Japón ha actualizado dramáticamente, Hinkley Point es una enorme inversión de capital garantizada, sin riesgo, asumida por un consorcio inversor que libera al sector público de un importante desembolso a corto plazo, a cambio de comprometer a todos los ciudadanos, sin distinción rentista y, por lo tanto, injusta, en el repago del proyecto a largo plazo.
Al garantizar a EDF un precio final de la energía para 25 años, lo que se hace es asegurar, atado y bien atado, el cobro, incluidos los beneficios, a todos los que intervienen en la cadena de valor del negocio energético. En especial quedan cubiertos comercialmente los fabricantes de bienes de capital y constructores nucleares, los grandes del sector: Areva, Alstom y otros como General Electric o Siemens, que seguramente estarán entre los suministradores tecnológicos claves, directos e indirectos, del equipamiento industrial con los que estará dotada la central.
Son los consumidores, los pagadores finales de la electricidad, los que cargarán con el riesgo y quienes posibilitarán la recuperación financiera de todos los implicados en este proyecto eléctrico: fabricantes de equipo, de material auxiliar; constructores, asesores, operadores, etc. Incluidos particularmente los grandes bancos, que se asegurarán de que la tarifa eléctrica alcance para el pago periódico de los intereses y cuotas de amortización de la deuda. Primero los contratistas industriales y después los financiadores; todos ellos cobrarán y recuperarán la inversión con altas tasas de rentabilidad y sin apenas arriesgar.
Otro ejemplo de esta extraña y contradictoria forma de afrontar la "aversión al riesgo" de los neoliberales es el tema de las autopistas españolas y, en general, del desarrollo de infraestructuras básicas. En unas recientes declaraciones, José Luis Feito, presidente de la patronal de autopistas de peaje de España, Aseta, advirtió de que es el momento para que el Gobierno afronte definitivamente el problema de déficit de las autopistas radiales de 3.800 millones euros. Sin embargo, el mensaje no era en relación al potencial riesgo en el cobro de aquellas cifras por parte de las constructoras españolas propietarias de las concesiones.
Estas autopistas se hicieron bajo la modalidad comercial de "peaje en sombra", es decir, estableciendo a priori un canon en función de un flujo previsto de tráfico suficiente para cubrir la inversión en capital de las constructoras, la deuda, la operación y el mantenimiento de éstas. El tráfico en algunas de ellas no supera ni el 20% de lo calculado. Y aunque los ingresos están muy por debajo de lo planeado inicialmente, en los contratos se establecen los desfases presupuestarios y las fórmulas correctivas para que los inversores recuperen el capital invertido.
La patronal del sector va más allá y quiere aprovechar las circunstancias para generalizar el cobro de un peaje o pago de uso al conjunto de autovías, construidas en su momento con fondos europeos, para financiar, sin riesgo y a largo plazo, la construcción y mantenimiento de autovías. Más lo segundo que lo primero, dada la saturación existente en relación a su utilización. Han calculado una tarta de negocio próxima a los 14 mil millones de euros para una red ya construida de 15 mil kilómetros.
La construcción de hospitales por la fórmula de los ingresos capitativos que surgen de multiplicar tarjetas sanitarias de usuarios en el ámbito de influencia geográfico de éstos por un precio, una tarifa, por cada paciente atendido según un estándar de enfermedades previamente calculado apunta a lo de siempre: asegurar ingresos "en sombra" para un retorno con superávit de capital al conjunto de agentes económicos privados involucrados en la inversión en ese sector. Sólo entre Madrid y Cataluña, en el hipotético caso de que se entregara toda la atención sanitaria a la iniciativa privada por los procedimientos indicados, el volumen de negocio, sin riesgo, se aproximaría a los 15 mil millones de euros. Las tres noticias, los tres ejemplos comentados, completan un volumen de negocio de más de 46 mil millones de euros.
Este capitalismo de nuevo cuño, de corte neoliberal, no asume absolutamente ningún riesgo. Y si éste existe y emerge el peligro de las pérdidas, se crean los suficientes mecanismos de reformulación para trasladar la incertidumbre al usuario y nunca al operador o inversor. Es decir, la seguridad jurídica para el capital y el riesgo, o peor porque es incertidumbre social, no financiera, para los débiles. Al revés de lo que solemos oír.
Dónde esta el modelo neoliberal, ese que entiende y afirma abusivamente que "el progreso y el bienestar que fundamenta las libertades individuales se consigue con la libertad completa de mercado y comercio" (David Harvey). "Desembridar" al capitalismo de las decisiones estatales en materia de inversión y acumulación de capital porque el Estado no puede rivalizar con las señales que provienen de libre actuación de los agentes en el mercado.
Pero esta supuesta premisa teórica neoliberal no parece ser del todo coherente en esta etapa de crisis intensa del modelo capitalista. Por el contrario, se requiere del concurso del sector público para prevenir el riesgo empresarial y preservar el valor del capital. Por lo menos, y con mucha seguridad, en las grandes inversiones. Los ejemplos se multiplican y muchas veces se presentan como fórmulas de colaboración público privadas en las que se aparenta un riesgo compartido.
Los viejos liberales del siglo XVII y XVIII defendían la libertad individual para legitimar el Estado liberal burgués, la sociedad civil nacida del agotamiento del modo de producción feudal estructurado en clases nobles y siervos campesinos. El poder absolutista era incompatible con la revolución burguesa y el capitalismo naciente. Los padres fundadores de la doctrina liberal querían que los hombres "se encuentren naturalmente… en un estado de completa libertad para ordenar sus actos y para disponer de sus propiedades y de sus personas como mejor les parezca" (John Locke en Ensayos sobre el gobierno civil).
El "empresario" capitalista, en lenguaje de hoy, se apropió de los medios de producción y los hasta entonces campesinos, huérfanos de herramientas, se trastocaron en trabajadores libres a disposición de quien quisiera contratarlos. "Pero, aunque ese estado natural sea un estado de libertad, no lo es de licencia; aunque el hombre tenga en semejante estado una libertad sin límites para disponer de su propia persona y de sus propiedades…". John Locke dixit.
Rodolfo Rieznik- Economistas Sin Fronteras
Publicado en eldiario.es del 16/11/2013

http://www.eldiario.es/zonacritica/neoliberales-aversion-riesgo_6_197090313.html

jueves, 14 de noviembre de 2013

UNA NUEVA ECONOMÍA

La enseñanza de esta disciplina necesita apoyarse menos en modelos abstractos.

El estudio de la Economía, según apuntó Galbraith, supone mezclar “fe y esperanza” con una buena dosis de “pretensión  científica”. Por supuesto, este famoso economista estaba hablando de forma sarcástica. Sin embargo, para algunos, este frívolo comentario  se acerca de manera muy incómoda a la realidad.

El desfile de leyes y el ritual de genuflexión ante los modelos matemáticos pueden dar a la Economía cierto aire de respetable intelectualidad, en gran parte, de manera espuria. Las matemáticas, por supuesto, no deberían dejarse de lado, pero el énfasis otorgado a la teoría abstracta debería rebajarse a favor de enfoques más  intelectualmente equilibrados. Esto debería incluir  una disciplina relativamente desatendida: la Historia Económica.
El fracaso para predecir el último “crash”  no solo inquietó a la Reina Isabel II- que reunió a un grupo de economistas para preguntarles como es que no vieron venir la crisis.  También entre los académicos ha habido espacio para la autocrítica.
Este fracaso de la “ciencia lúgubre” para predecir y explicar la peor debacle financiera desde la Gran Depresión ha provocado, de manera comprensible, la reflexión de muchos académicos. Ha dado incluso lugar a un nuevo think-tank, The Institute for New Economic Thinking, cuyo propósito es devolver prestigio a la profesión.
Los argumentos a favor de una nueva forma de pensar son muy fuertes. La enseñanza de la Economía, incluso a alumnos de primer curso, hasta antes de la crisis había estado muy unida a la pretensión científica. Se otorgó una fe excesiva a los modelos matemáticos abstractos, sin hacer casi esfuerzo para relacionarlos con lo que ocurría en el mundo real. La ausencia de temas de actualidad no solo restó interés y entusiasmo, sino que puso en riesgo a los estudiantes, al no dotarles de las habilidades necesarias para afrontar los problemas del día a día.
El mercado de economistas teóricos puede no haber sufrido los mismos estragos que el de las deudas subprime, pero ya no es lo que solía ser. Hay  un consenso acerca de la necesidad de que disciplinas como  psicología, historia y finanzas sean incorporadas en la enseñanza de la economía. El camino a la publicación en las mejores revistas y diarios debería pasar por la investigación empírica y no solamente por una hoja de Excel.
La economía no es un asunto de fe y esperanza, como en su momento planteara Galbraith. En muchas ocasiones, los modelos pueden describir la realidad. Sin embargo, tal como ha demostrado la crisis, los economistas debemos ser humildes acerca de los límites de nuestro conocimiento. Sustituir la pretensión por un poco de humildad, sería un primer paso. 

 Publicado en  Financial Times del 12/11/2013

sábado, 16 de febrero de 2013

CARTA DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMICAS DE LA UAM

Desde la Asociación de  Estudiantes de Económicas queremos denunciar una profunda y prolongada crisis en la formación de los estudiantes de Economía, que no ha hecho más que agudizarse por el complicado contexto económico y social.

Es evidente, además de preocupante, la forma en la que en los últimos años la Economía parece encontrarse  separada del resto de las ciencias sociales. Aparentemente, muchos han olvidado que detrás de las teorías y cifras, hay una sociedad que recibirá el impacto de las decisiones económicas y experimentará el resultado de las mismas. Nuestra responsabilidad, como actuales estudiantes y futuros economistas, es comprender la magnitud de este  impacto y ofrecer a los problemas económicos soluciones que resulten beneficiosas para el conjunto de la sociedad.


Muchos economistas, debido a los elogios recibidos por la gestión y el devenir de la economía española, decidieron limitar en gran medida su capacidad de análisis. Durante años publicaron, dejando a un lado el riesgo moral, artículos y estudios pagados por grandes empresas, obtuvieron puestos en los consejos de administración de muchas de ellas y se formaron como consejeros de administraciones públicas. Mientras tanto, un gran número de los mismos eran parte del cuerpo docente de universidades públicas. Sin embargo, tal y como ocurrió con la economía, esta burbuja finalmente explotó. Como resultado, hoy en día, nuestra disciplina, sus centros de enseñanza y sus docentes han caído en el descrédito.


La causa de la pérdida de análisis y crítica en la profesión tiene raíces más profundas que los conflictos de intereses creados por la procedencia de la financiación de los estudios llevados a cabo por algunos economistas. Es una consecuencia directa del uso de teoría neoclásica para crear modelos poco realistas, en los que predominan los aspectos predictivos sobre el conocimiento y la explicación de los procesos económicos.



Por estos motivos, los estudiantes reclamamos un cambio inmediato, una transformación en la enseñanza impartida en las Facultades de Económicas de todo el país. 


Partimos de una premisa: la universidad debe ser un espacio para la formación de personas, que a través de una visión crítica del mundo, sepan dar soluciones a los problemas de la sociedad desde nuevas perspectivas y siempre en aras del progreso de la economía, como disciplina o ciencia investigadora de la realidad. Es por esto que debemos 
 cambiar la dirección tomada por muchas universidades a la hora de impartir esta carrera, sujeta a unos planes  de estudios  mal estructurados y  con una línea más propia de la producción en cadena, en la que se trata de que todos sus productos sean iguales, sin alejarse del patrón establecido.




Los cambios que reclamamos se basan en  3 pilares fundamentales:
1)      Formación básica del estudiante para un mejor análisis de la realidad económica mediante la introducción de asignaturas clave para su formación.
2)      Estudio crítico de todas las teorías económicas para alejarnos del dogmatismo y devolver el carácter social a la Economía. Creemos que es imprescindible definir la función de las matemáticas y los modelos gráficos como herramientas. En ningún momento deberíamos olvidar que detrás de las cifras, muchas veces  analizadas superficialmente, se encuentran personas  y sus relaciones cuantificadas.
3)      Un plan de estudios que brinde a los estudiantes las  herramientas necesarias  para que éstos sean capaces de tener  una visión propia de la sociedad. Este debe ser el elemento central del cambio. Es esencial recordar  que la economía  se encuentra dentro del  conjunto de las Ciencias Sociales, no de las Ciencias Exactas. Es imprescindible que en los primeros años de carrera se desarrollen las capacidades necesarias para entender en profundidad los hechos económicos. 

No es nuestra intención exponer en este documento un nuevo plan de estudios. Sin embargo, creemos oportuno proponer algunas asignaturas que consideramos clave, como:  Historia Universal y de España, Historia del pensamiento económico, Sociología (o Antropología social),  Ciencias Políticas, Estadística Aplicada a las Ciencias Sociales, Geografía Económica y Matemáticas.  En lo relativo a las asignaturas más específicas, un curso de introducción a la Economía sería necesario antes de plantear cursos de microeconomía y macroeconomía.

En cuanto a los contenidos de las asignaturas, reclamamos la enseñanza y exposición de todas las teorías económicas, para evitar encasillarnos en la visión única del neoclasicismo o en su función más progresista: el  neokeynesianismo.  Solo el estudio crítico y conciso, de todas las teorías y diferentes escuelas de estudio (marxista, keynesiana, institucionalista, desarrollista, estructuralista, evolucionista o austriaca) permitirán un análisis profundo  de la realidad económica,  así como la mejora de la capacidad de predecir  y de plantear soluciones a los diferentes  problemas económicos.

Asimismo, conscientes de la limitación de tiempo para abarcar todos los contenidos, proponemos ofertar distintas jornadas y seminarios para complementar la enseñanza del modelo único con alternativas como  la Economía Ecológica, Economía Feminista, Economía Planificada, Economía Conductual, Economía del Decrecimiento, Economía Social y cooperativismo (o autogestión).  Sería deseable y enriquecedor que estos seminarios  se impartiesen  de manera interdisciplinar, con el apoyo de  expertos en otras ciencias sociales y políticas.

Además, solicitamos que desde el Departamento de Teoría Económica se replanteen  los manuales utilizados hasta ahora, prestando especial atención a aquellos escritos por Mankiw y Mishkin. Este primer autor fue duramente criticado por sus propios alumnos de Harvard por la escasa utilidad de su manual para explicar situaciones complejas como la actual crisis. El segundo dejó en evidencia su falta de responsabilidad profesional con un informe en el que tomaba el sistema financiero islandés como un referente. 

Por otro lado, queremos subrayar la necesidad para cualquier estudiante de esta disciplina de la lectura, comprensión y discusión de textos indispensables en la Historia de la Economía y que en la actualidad son obviados por los planes de estudios, como la obra de Adam Smith, Karl Marx, J.M.Keynes y otros autores clásicos y contemporáneos.





Subrayamos una vez más que la Economía es una ciencia social y como tal, detrás de las teorías, los números y nuestra prepotencia a la hora de debatir sobre ciertas materias, hay una sociedad compuesta por personas. No debemos olvidar, que la publicación de cualquier informe, estudio o artículo influyen en las vidas de un conjunto de individuos o en el devenir de un país. La responsabilidad nos debe llevar a ejercer en el futuro a los estudiantes y en el presente a los profesores, nuestra condición de economistas de la forma más profesional que podamos.

Estamos convencidos de que la formación de mejores graduados en Economía será una garantía para la anticipación, análisis y búsqueda de soluciones ante futuras crisis. Esta tarea no solo depende de la voluntad de los estudiantes para aprender, sino de la estructura de un plan de estudios que marque las pautas a seguir y de profesores comprometidos, críticos y con la libertad suficiente para poder compartir su experiencia profesional. 
Por ello, os invitamos a hacer vuestra esta carta firmándola y difundiéndola, participando activamente para conseguir una formación en la economía amplia y completa. 


Aee y Estudiantes de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid.

(http://www.change.org/es/peticiones/asociaci%C3%B3n-estudiantes-de-econ%C3%B3micas-uam-una-profunda-crisis-en-la-formaci%C3%B3n-de-los-estudiantes-de-econom%C3%ADa firmas en change.org)