Facebook

martes, 10 de diciembre de 2013

LOS ECONOMISTAS ORTODOXOS FALLAN EN SU PROPIO TEST DE MERCADO

¡Los estudiantes exigen alternativas a los dogmas del libre mercado!

Desde cualquier punto de vista racional, la economía ortodoxa está en serios problemas. Sus “campeones” no solo han fallado en predecir los mayores colapsos de los últimos 80 años, también insistieron en que las crisis eran cosas del pasado. Más que eso, su forma de pensar ha jugado un papel decisivo al momento de diseñar los desastrosos derivados financieros que provocaron el desastre en primer lugar.

Muchos de estos economistas fueron contratados por bancos y hedge funds para hacer propaganda a sus productos, arrojándonos al abismo especulativo. Aclamadas figuras en la disciplina (que declara ser científica) anunciaron la “gran moderación” de la volatilidad del mercado, a las puertas de una explosión de volatilidad. Otros, como el ganador del Nobel, Robert Lucas, insistían en que la economía había resuelto el “problema central de la prevención de depresiones”.

Si cualquier otra profesión se hubiese equivocado de manera tan espectacular y hubiese causado tanta devastación, habría sin duda caído en desgracia. Uno incluso podría imaginar a los economistas partidarios del libre mercado, que dominaban las universidades y aconsejaban a los gobiernos y bancos estarían dudando de sus teorías y reconsiderando alternativas.

Después de todo, la gran mayoría de los economistas que predijeron la crisis, rechazan el pensamiento neoclásico dominante: de Dean Baker y Steve Keen, a Ann Pettifor, Paul Krugman y David Harvey. Ni keynesianos, ni post-keynesianos ni marxistas aceptaron la ideología neoliberal que se impuso durante 30 años. Ellos entendieron que, contrario a la ortodoxia, los mercados desregulados no tienden al equilibrio, sino que ahondan en la tendencia de la economía a las crisis sistémicas.

Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal y un convencido de la desregulación, al menos tuvo la honestidad de admitir que su visión del mundo había demostrado no ser la correcta. No se puede decir lo mismo de Eugene Fama, arquitecto de la hipótesis de los mercados eficientes (EMH), que respalda la desregulación financiera. Fama reconoce no saber qué causa las recesiones, pero insiste en que su teoría ha sido vindicada.  Muchos economistas  “mainstream” han continuado como si nada hubiese pasado.

Muchos estudiantes, sin embargo, están ya hartos. Una rebelión en contra de la ortodoxia se ha estado gestando durante años y ahora parece haberse encendido aún más. Cansados del universo paralelo de teorías que poco tienen que decir acerca de aquello que le interesa a la gente, estudiantes de la Universidad de Manchester han fundado una “sociedad económica post-colapso”, con 800 miembros, exigiendo el fin de las asignaturas de corte exclusivamente neoliberal y la introducción de un plan de estudios plural. 

Estos universitarios quieren que las escuelas de economía impartan asignaturas que vayan desde la perspectiva Keynesiana, a teorías más radicales, que hayan sabido predecir mejor y conectar con la economía del mundo real. Además, quieren incorporar la economía feminista y del medio ambiente. La campaña se está difundiendo rápidamente: a Cambridge, Essex, London School of Economics y a una docena de otros campus, y conectando con grupos universitarios de France, Alemania, Eslovenia y Chile.

Como explica uno de los fundadores de la sociedad, Zach Ward- Perkins, él y algunos de sus compañeros acordaron, un año después de estudios ortodoxos: “Tiene que haber más en la economía que esto”. La economía neoclásica está construida en base a la concepción de que una economía es la suma de las pequeñas acciones de millones de individuos que buscan maximizar su utilidad, en la que los mercados son estables, la información es perfecta y el capital y la oferta de trabajo son iguales.

Incluso si luchasen por decir algo relevante acerca de la crisis, la desigualdad o la propiedad, los modelos matemáticos dan una falsa apariencia de rigor científico, valorada por estudiantes que sólo aspiran a conseguir un trabajo bien pagado en la City. La economía neoclásica también ha apoyado la desregulación, la privatización, los bajos impuestos a los ricos y el libre comercio, y se nos dijo durante 30 años que esta era el único camino a la prosperidad.
Sus adeptos tienen una mentalidad casi religiosa, asegura Ha-Joon Chang, uno de los últimos economistas independientes que han sobrevivido en Cambridge. Aunque piden que se favorezca la competencia, ellos mismos no toleran ninguna. Hace 40 años, la mayoría de departamentos económicos eran keynesianos y los de economía neoclásica eran ridiculizados. Todo eso cambió con el ascenso de Thatcher y Reagan.

En las instituciones que deberían fomentar el debate, aquellos economistas que no siguen el dogma neoclásico, han sido sistemáticamente excluidos. Algunos han encontrado refugio en escuelas de negocio, estudios sobre desarrollo y departamentos de geografía. En E.E.U.U, los fondos corporativos han sido claves, mientras que en Gran Bretaña, “la búsqueda de la excelencia” ha sido el mecanismo principal para la purga ideológica en las universidades.

Paradójicamente, el fuerte incremento en las tasas universitarias y la mercantilización de la educación superior están creando presión en los estudiantes para dar un giro a la polarización en la enseñanza. Los defensores del libre mercado, están siendo evaluados y los clientes no quieren sus productos. Algunos académicos que han preferido quedarse al margen, se están dando cuenta de que puede que necesiten comprometerse y han empezado a integrarse a un proyecto fundado por Soros, para revisar los contenidos académicos, con la esperanza de limitar las dimensiones del cambio.

Pero debe haber un cambio. La ortodoxia del libre mercado de las últimas tres décadas no solo ha ayudado a crear la crisis que ahora atravesamos, sino que ha dado credibilidad a las políticas que nos han llevado a un menor crecimiento, a una más profunda desigualdad y una mayor inseguridad, además de haber provocado la degradación  ambiental en todo el mundo. Su continuo dominio después del crash, como el modelo al que sostiene, se basa en el poder, no en la credibilidad. Si queremos escapar de estas crisis, ambos deberán desaparecer.


Seumas Milne
Publicado en The Guardian del 20/11/2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario