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jueves, 14 de noviembre de 2013

UNA NUEVA ECONOMÍA

La enseñanza de esta disciplina necesita apoyarse menos en modelos abstractos.

El estudio de la Economía, según apuntó Galbraith, supone mezclar “fe y esperanza” con una buena dosis de “pretensión  científica”. Por supuesto, este famoso economista estaba hablando de forma sarcástica. Sin embargo, para algunos, este frívolo comentario  se acerca de manera muy incómoda a la realidad.

El desfile de leyes y el ritual de genuflexión ante los modelos matemáticos pueden dar a la Economía cierto aire de respetable intelectualidad, en gran parte, de manera espuria. Las matemáticas, por supuesto, no deberían dejarse de lado, pero el énfasis otorgado a la teoría abstracta debería rebajarse a favor de enfoques más  intelectualmente equilibrados. Esto debería incluir  una disciplina relativamente desatendida: la Historia Económica.
El fracaso para predecir el último “crash”  no solo inquietó a la Reina Isabel II- que reunió a un grupo de economistas para preguntarles como es que no vieron venir la crisis.  También entre los académicos ha habido espacio para la autocrítica.
Este fracaso de la “ciencia lúgubre” para predecir y explicar la peor debacle financiera desde la Gran Depresión ha provocado, de manera comprensible, la reflexión de muchos académicos. Ha dado incluso lugar a un nuevo think-tank, The Institute for New Economic Thinking, cuyo propósito es devolver prestigio a la profesión.
Los argumentos a favor de una nueva forma de pensar son muy fuertes. La enseñanza de la Economía, incluso a alumnos de primer curso, hasta antes de la crisis había estado muy unida a la pretensión científica. Se otorgó una fe excesiva a los modelos matemáticos abstractos, sin hacer casi esfuerzo para relacionarlos con lo que ocurría en el mundo real. La ausencia de temas de actualidad no solo restó interés y entusiasmo, sino que puso en riesgo a los estudiantes, al no dotarles de las habilidades necesarias para afrontar los problemas del día a día.
El mercado de economistas teóricos puede no haber sufrido los mismos estragos que el de las deudas subprime, pero ya no es lo que solía ser. Hay  un consenso acerca de la necesidad de que disciplinas como  psicología, historia y finanzas sean incorporadas en la enseñanza de la economía. El camino a la publicación en las mejores revistas y diarios debería pasar por la investigación empírica y no solamente por una hoja de Excel.
La economía no es un asunto de fe y esperanza, como en su momento planteara Galbraith. En muchas ocasiones, los modelos pueden describir la realidad. Sin embargo, tal como ha demostrado la crisis, los economistas debemos ser humildes acerca de los límites de nuestro conocimiento. Sustituir la pretensión por un poco de humildad, sería un primer paso. 

 Publicado en  Financial Times del 12/11/2013

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